
Gastronomía de La Puebla de Cazalla (II): la Jarria

La forma en que las personas se alimentan está profundamente ligada al entorno donde viven, su trabajo, el clima o sus costumbres. La gastronomía es, por tanto, una expresión de identidad, tanto en lo cotidiano como en lo simbólico.
En el verano andaluz, cuando aprieta el calor, apetece comer platos frescos, sencillos y llenos de sabor. En La Puebla de Cazalla, uno de esos platos es la jarria, una variante local del salmorejo, con raíces populares y nombre posiblemente derivado del mundo de los arrieros, quienes se alimentaban con ella durante sus jornadas.
Hecha con ingredientes humildes —tomates maduros, pimientos verdes, ajo, pan duro, aceite de oliva, vinagre y sal—, la jarria se prepara majando todo en un cuenco de barro, conocido como porcelana, hasta obtener una mezcla suave y sabrosa. Hoy, las batidoras facilitan el proceso, pero antaño la paciencia y el arte eran clave.
Este plato, con variantes por toda Andalucía, se emparenta con recetas como la ardoria de Osuna, la porra de La Roda o el salmorejo estepeño, algunas de ellas enriquecidas con cáscara de naranja, pan prieto o aceite caliente. En La Puebla, platos como el majaíllo o el sopeao muestran también la creatividad local para aprovechar ingredientes sencillos con resultados deliciosos.
“La jarria no solo refresca el cuerpo en los días de calor, también alimenta la memoria de un pueblo.”
Cada pueblo, incluso cada casa, aporta su toque: desde huevo duro, pepino o taquitos de jamón, hasta restos de pescado frito, uvas, granadas o chicharrones. La jarria es un lienzo abierto al gusto y a la imaginación.
En estos días en los que el calor aprieta y el viento solano nos visita con fuerza, no hay mejor alimento que este, hecho con productos de la tierra, bajo el sol andaluz. Que lo disfrutéis, cucharón en mano.