
LA FAMILIA BENJUMEA EN LA PUEBLA DE CAZALLA. 1800-1940. PARTE 1: UN BENJUMEA EN LA SEVILLA DE LOS MONTPENSIER.
24 de febrero de mil 1848. María Luisa de Borbón y Antonio de Orleans (Duque de Montpensier) todavía no son llamados los virreyes de Sevilla ni han formado la Corte Chica en el palacio de San Telmo. Tan solo se trata de unos jóvenes pipiolos recién casados; eso sí, de sangre azul. Él, hijo del monarca francés, Luis Felipe de Orleans. Ella, hermana de la reina de España, Isabel II. La pareja disfruta de un apartamento en el Palacio de las Tullerías (París), residencia del rey de Francia.
María Luisa se siente dichosa, ya que el destino le ha deparado un marido que pronto será padre. Sin embargo, el 24 de febrero amanece feo en París: hace frío, llueve, y nadie ha pegado ojo. La atmósfera anda revuelta; y también el pueblo, que, alzado en armas, rodea el palacio y fuerza la abdicación y huida del rey, al que acompañan sus hijos, entre ellos Antonio e Orleans. Este, en medio de la confusión, se ha olvidado de María Luisa. La joven es guiada hacia el exterior, por donde consigue avanzar sin que nadie la reconozca, o sin que nadie que la reconozca revele su identidad, subida en un carruaje rumbo a Bélgica, y, finalmente, montada en un barco que la conduce hasta Gran Bretaña, donde se reencuentra con su esposo, aunque la dicha es breve, ya que la reina Victoria los conmina a abandonar la isla.
El matrimonio pone sus miras en España, pero la reina Isabel insiste: no en Madrid, de ninguna manera. Isabel II, que a esas alturas tiene dieciocho años, pero que ha vivido por cincuenta, que tiene calado a su cuñado, de quien conoce su carácter ambicioso y sus ansias por ser rey de España (o de donde sea), es rotunda con Narváez, el jefe del gobierno: no los quiero aquí. Así que Montpensier y su esposa se dirigen a Sevilla, lejos de las posibilidades conspiratorias de la capital, y allí son alojados en el Palacio Arzobispal mientras se acondiciona su nuevo hogar, el Alcázar, que el Duque adorna con caros muebles comprados en las mejores tiendas de la calle Sierpes, las cuales hacen alarde de su selecta clientela en fachadas y envoltorios: Proveedores de Sus Altezas Serenísimas los Duques de Montpensier.
El 13 de marzo de 1848 la pareja revive la pesadilla del 24 de febrero en París cuando se produce una insurrección militar en su contra que termina en fracaso. A pesar de los sobresaltos, el 21 de septiembre de 1848, ya en el alcázar, la infanta María Luisa se pone de parto. Medio centenar de personalidades acude a palacio para dar fe del alumbramiento áulico, aunque solo Sartorius, el ministro de la Gobernación, es invitado a pasar a la habitación, donde comprueba que la joven infanta se encuentra aquejada de las molestias de su estado. Por si no bastara con ello, la recién nacida, que se llamará Isabel en honor de su tía, es desprendida del seno materno, de lo que conserva aún evidentes señales, para ser colocada en una bandeja y cubierta con un rico brocado. Portando la bandeja, el Duque sale a la cámara y levanta el paño de manera que la flor y nata de la sociedad sevillana pueda contemplar al bebé[1]. El testimonio, que pone de manifiesto la importancia de una legítima descendencia en la familia real, nos interesa por otro motivo: la presencia de un hombre apellidado Benjumea.
Rafael Díaz de Benjumea es el pintor contratado para dibujar los bocetos necesarios en la composición de un cuadro sobre el acto de presentación y el bautizo[2]. Se trata de un artista reputado que se mueve en el círculo de los Montpensier y que llega a ser pintor de cámara de la reina Isabel II[3]. Su hermano Nicolás es escritor, poeta, periodista, cervantista y, durante una misión diplomática en San Petersburgo, secretario particular de Mariano Téllez-Girón[4], el Duque de Osuna que consumó la ruina del patrimonio de su casa nobiliaria. Aunque tampoco son estos Benjumea, de los que no sabemos si tienen raíces moriscas (cuestión que bien merecería una indagación), de los que nos queremos ocupar.
José María Benjumea Vecino es una de las personalidades que permanece durante catorce horas en el alcázar esperando a que se produzca el milagro de la vida. Casado con Ana Pérez-Seoane Rivero, ha nacido en La Puebla de Cazalla, formando parte, ya en su edad adulta y como alcalde por el estado noble, del ayuntamiento que, en 1816, ante la ruina de las arcas municipales, acuerda solicitar a Fernando VII el privilegio de celebrar una feria los días 12, 13 y 14 de septiembre. La fecha elegida resultaba la más adecuada para aprovechar el tránsito de comerciantes y ganaderos que desde la feria de Osuna (entonces celebrada los días 3, 4 y 5 de septiembre), se dirigían a la de Villamartín (que comenzaba el 21). Finalmente, se celebrará por vez primera en 1817 en los llanos comprendidos entre la Fuente Vieja y la zúa, lugar ideal para el descanso del ganado por su riqueza en pasto y agua[5].
A mediados del siglo XIX José María se despoja de una serie de propiedades en La Puebla, que vende su hermano Antonio, tales como la mitad de una casa en la calle Marchena y su mitad del molino aceitero que el padre, Diego Manuel Benjumea Reina, les había legado, ubicado en la cuesta de la Cilla [6] (en la cuesta había otros como el de Francisco de Asís Bermúdez, legado a su viuda África Valdivia; alguno de ellos debió ser el molino donde actualmente se aloja la hospedería), lo que denota una desvinculación con respecto a dicho municipio, del que se fue apartando mucho antes.
En efecto, José María Benjumea aparece establecido en Sevilla en el primer tercio del siglo XIX, donde goza de una vida pública muy activa: es diputado provincial y se convierte en director de la sociedad económica[7]. Como Gobernador Civil (1836) cede su sueldo en favor del hospicio e impulsa la creación de varias escuelas[8]; y desde 1839 también es presidente del Liceo sevillano[9]. Este cúmulo de cargos alcanza su cénit cuando ocupa un escaño en el Senado por la provincia de Sevilla (1845-1858[10]) y es nombrado, en 1848, comisario regio para la inspección de la agricultura general del reino[11], puesto del que dimite a los pocos días[12]. Finalmente, sus servicios patrios serán distinguidos con la Gran Cruz de la orden de Isabel la Católica[13]
Las propiedades o arrendamientos por los que José María tributa se reparten entre Sevilla, San José de la Rinconada y Alcalá del Río[14]. En San José arrienda Casaluenga,[15], una finca con 2500 ha. de tierras de labor, olivares y dehesas de pastos, originariamente propiedad de la Cartuja de Santa María de las Cuevas, desamortizada durante el Trienio Liberal y puesta en venta en subasta pública, situación que aprovecha su arrendatario, Vicente José Vázquez, para comprarla.
Vázquez es uno de los ganaderos más reputados de su época, creador del encaste que lleva su apellido. Muere soltero en 1830 y su ganadería es repartida por el albacea testamentario entre insignes compradores, el más importante de ellos Fernando VII, quien poco puede disfrutar de las reses, ya que en 1833 le sobreviene la muerte. Su cabaña pasa entonces a los duques de Veragua, descendientes directos de Cristóbal Colón, que hacen de ella la más prestigiosa del siglo XIX y primeros años del XX. La ganadería Vázquez no se agota en la parte del monarca, sino que existen otros compradores, entre ellos José María Benjumea, quien adquiere su porción en 1932[16].
En esos años la ganadería Benjumea es considerada por algunos medios una de las tres más afamadas de España junto con la del Marqués de Gaviria y la del Duque de Veragua[17]. Su popularidad se ve impulsada a raíz de un evento curioso: el combate de fieras celebrado en la plaza de toros de Madrid en mayo de 1849 con un tendido a rebosar y la misma reina animando el palco. Aunque lo que ciertos diarios describen como una gesta épica para la gloria nacional, otros lo consideran un espectáculo lastimoso para los animales: una cervatilla atacada por quince perros de presa, un oso polar enfrentado a seis sabuesos que lo cosen a dentelladas, y, finalmente, un tigre lánguido y entumecido en liza con un toro de la ganadería Benjumea que lo deja fuera de juego mediante una descomunal cornada[18].
A su muerte, acontecida en 1858[19], José María Benjumea Vecino deja un legado de más de 1.394 hectáreas de tierra, 5.309 cabezas de ganado valoradas en más de un millón de reales y frutos diversos en 1.314.994 reales[20]. La ganadería Benjumea pervive con el nombre de los descendientes, Diego y Pablo Benjumea Pérez de Seoane, pastando en el Cortijo de San José (Sevilla), hasta que en 1919 es vendida al torero Joselito el Gallo. En 1999 el hierro es rehabilitado con otros encastes por Isabel Benjumea Cabeza de Vaca (descendiente de José María) bajo el nombre de Núñez de Tarifa y tiene su sede en Portugal[21].
No sabemos cuál fue el domicilio que tuvo José María en Sevilla, pero sí el de sus hijos. Diego Benjumea Pérez Seoane, abogado además de empresario y ganadero, residió en Calle Almirante Ulloa 1, esquinero con calle de Armas (hoy Alfonso XII), mientras que su hermano Pablo lo hizo en la Calle de Armas[22]. Diego (1843-1901), contrajo matrimonio en segundas nupcias (1867) con Mercedes Burín y Castro, y entre su numerosa prole se encuentra Rafael Benjumea Burín (1876-1952).
Rafael Benjumea Burín fue ingeniero de caminos. En 1901 se casó en Málaga con Isabel Heredia Loring, nieta de una de las mayores fortunas de España e icono de la industrialización andaluza en la primera mitad del siglo XIX, Manuel Agustín Heredia, lo que le llevó a trasladarse a Málaga, donde se dedicó a diseñar infraestructuras hidroeléctricas como las del pantano del Chorro. Finalizadas las obras, las pasarelas de madera transitadas por los trabajadores a una altura de vértigo, fueron reemplazadas por otras de cemento para facilitar la visita de Alfonso XIII, siendo conocidas desde entonces como Caminito del Rey. Rafael contó con el agradecimiento del monarca, quien lo honró con el condado de Guadalhorce, y el pantano fue bautizado como embalse del Conde de Guadalhorce (1921). Miguel Primo de Rivera también confió en él haciéndolo ministro de Fomento (1925-1930). Con el advenimiento de la II República conspiró contra el régimen desde una posición monárquica, y se exilió en Argentina, donde participó en varios proyectos de infraestructuras relacionadas con los transportes, siendo acusado por irregularidades en la dirección de la Compañía Hispano Argentina de Obras Públicas y Finanzas. En 1944 la Cámara Judicial de Buenos Aires proclamó su inocencia, lo que le permitió regresar a España en 1947 y ejercer la presidencia del Consejo de Administración de RENFE, así como otros cargos honorarios. Falleció en Málaga en 1952.
Su hermano Javier Benjumea Burín es el padre de Javier Benjumea Puigcerver, fundador de Abengoa (1941), quien en 1994 recibió el título nobiliario del Marquesado de La Puebla de Cazalla en reconocimiento de su labor empresarial y su mecenazgo cultural.
[1] El Heraldo. 26 de septiembre de 1948.
[2] Diario constitucional de Palma de Mallorca. Nº 4. 4 de octubre de 1848.
[3] Museo del Prado. https://www.museodelprado.es/aprende/enciclopedia/voz/benjumea-rafael-diaz-de/aceba550-e472-471e-b296-69d02c929bab
[4] Pares. Portal de archivos españoles. https://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/autoridad/177380
[5] Cabello Núñez José. Aportaciones documentales para el estudio de la feria y fiestas de La Puebla de Cazalla (1817-1930). Actas XIV Jornadas de historia y patrimonio sobre la provincia de Sevilla: ferias, fiestas y romerías en la provincia de Sevilla: el ciclo festivo local, 2018. Págs. 241-257.
[6] AHPSE. Contaduría de hipotecas de La Puebla de Cazalla. Leg. 3559.
[7] El Español. Nº 229. 16 de junio de 1836.
[8] La Revista española. Nº 492. 4 de junio de 1836.
[9] El Correo nacional. Nº 355. 5 de febrero de 1839.
[10] Nombramiento de D. José María Benjumea como senador (nombrado por R.D. de 1845-08-25) https://www.senado.es/cgi-bin/verdocweb?tipo_bd=HI20&PWIndice=5&Signatura=HIS-0063-02&Contenido=1
[11] El Heraldo. 7 de diciembre de 1848.
[12] Diario La Esperanza. 13 de diciembre de 1848.
[13] Gaceta de Madrid. Nº 6258. 1 de septiembre de 1851. P. 1.
[14] Certificados de la Administración de Contribuciones Directas de Sevilla (1849-12-01 y 1849-10-22). https://www.senado.es/cgi-bin/verdocweb?tipo_bd=HI20&PWIndice=5&Signatura=HIS-0063-02&Contenido=2
[15] El tiempo. Nº 499. 1 de noviembre de 1845.
[16] García Sánchez Julián Tomás. Encaste Vázquez (1ª parte) Orígenes y líneas. Línea Benjumea. El Diario de Madrid. 18/dic/24.
La Tierra del Toro. Núñez de Tarifa: los toros con más tradición del campo bravo. https://www.latierradeltoro.es/2019/07/05/nunez-tarifa-los-toros-mas-tradicion-del-campo-bravo/59197/
[17] El heraldo. Nº 3285. 15 de febrero de 1853.
[18] El observador. Nº 410. 18 de mayo de 1849.
[19] Diario La España, 22 de diciembre de 1858.
[20] Florencio Puntas, A. y López Martínez Antonio L. El trabajo asalariado en la agricultura de la Baja Andalucía. Historia Agraria 21. SEHA. Año 2000. Siglos XVIII y XIX. P. 99.
[21] García Sánchez Julián Tomás. Casta Vazqueña (1755). Encaste Vázquez (1ª parte) Orígenes y líneas. Línea Benjumea. El Diario de Madrid. Opinión. 18/12/24. https://www.eldiariodemadrid.es/articulo/opinion/casta-vazquena-encaste-vazquez-1/20241218145558086045.html. Y La Tierra del Toro. Núñez de Tarifa: los toros con más tradición del campo bravo. Latierradeltoro.es. Consultado el 24 de septiembre de 2020.
[22] Guía de Sevilla. 1877. LII.
Fuentes de las imágenes: wikipedia. La imagen destacada corresponde al cuarto alto de los Reales Alcázares de Sevilla.