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Recetario de La Puebla de Cazalla (I): Las Gachas

Gachas dulces
Gachas dulces

En tiempos de escasez, la cocina se convertía en refugio, en ingenio y en consuelo. Entre los postres más recordados de aquella época en La Puebla de Cazalla se encuentran las gachas dulces, una receta sencilla pero llena de alma, que una vecina octogenaria ha querido compartir con nosotros, como un legado de sabor y cariño.

“Las gachas son más que un postre: son un recuerdo vivo del calor del hogar y de la sabiduría de nuestras abuelas.”

Este postre, humilde pero delicioso, era habitual en los hogares puebleños cuando los recursos eran escasos pero el ingenio abundaba. Las gachas se preparaban con lo que había a mano: harina, agua o leche, azúcar, canela y pan frito. Su cremosidad y su aroma cálido llenaban la casa, endulzando no solo el paladar, sino también la vida cotidiana.

La receta que hoy recuperamos comienza calentando un poco de aceite de oliva en una sartén. Se fríe pan cortado en dados, que se reserva para la guarnición final. Luego, en ese mismo aceite se tuesta harina, removiendo sin parar para que no se queme. Poco a poco, se añade agua o leche caliente —según el gusto— hasta conseguir una crema espesa. Se endulza con azúcar al gusto y se aromatiza con canela molida o en rama.

Una vez servidas, se decoran con los trocitos de pan frito, e incluso, si había suerte, con un poco de miel o matalauva. No faltaban quienes las dejaban enfriar un poco y las comían casi cuajadas, como si fueran una natilla de campo.

En La Puebla de Cazalla, las gachas han pasado de ser un recurso alimenticio a una muestra de cocina emocional. Hoy, más que necesidad, nos mueve la nostalgia de esos sabores auténticos, nacidos de las manos de nuestras abuelas y del corazón de nuestra tierra.